que una bendicion de su mano podia atraer sobre nosotros la
colera del pueblo impio que nos rodeaba, como nosotros sabiamos
que un grito de _iviva el Papa!_ podia empeorar la situacion
del beatisimo prisionero!--iMostrabanse tan orgullosos
15 los franceses que nos rodeaban al ver aquel supremo triunfo de
la Revolucion sobre la autoridad!... iCreian tan grande a
la Francia en aquel momento!
En esto se abrio paso por entre la muchedumbre, y aparecio
en el cuadro que habian despejado los gendarmes, una mujer
20 del pueblo, mucho mas anciana que el Pontifice: una viejecita
centenaria, pulcra y pobremente[52-3] vestida, coronada de cabellos
como la nieve, tremula por la edad y el entusiasmo, encorvada,
llorosa, suplicante, llevando en las manos un azafate de mimbres
secos lleno de melocotones, cuyos matices rojos y dorados se
25 veian debajo de las verdes hojas con que estaban cubiertos....
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