todo lo cual seria conveniente mandarle al madrileno un par de onzas de oro,[82-3] en letra,[82-4] para una jicara de chocolate. Mucho lo penso el tio Juan Gomez antes de pagar un chocolate tan caro (que resultaba a diez mil doscientos cuarenta 10 reales la libra); pero tenia tal seguridad en lo del _tesoro_[82-5] (y a fe que[82-6] no se equivocaba segun despues veremos), que saco de la faja ocho monedillas de a cuatro[82-7] duros y se las entrego al abogado, quien las peso una por una antes de guardarselas[82-8] 15 en el bolsillo; con lo que el tio Hormiga tomo la vuelta de Aldeire decidido a seguir excavando en la Torre del Moro, mientras tanto que[82-9] enviaban el pergamino a Tierra Santa y volvia de alla traducido; diligencias en que, segun el letrado, se tardaria cosa de ano y medio.
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