tanta hambre, se mantenian con corteças de Arboles, i Raìces. De esta
hambre à nosotros alcançaba parte en todo este camino, porque mal nos
podian ellos proveer, estando tan desventurados, que parescia que se
querian morir. Truxeronnos Mantas, de las que havian escondido por los
Christianos, i dieronnoslas: i aun contaronnos, como otras veces havian
entrado los Christianos por la Tierra, i havian destruìdo, i quemado los
Pueblos, i llevado la mitad de los Hombres, i todas las Mugeres, i
Muchachos, i que los que de sus manos se havian podido escapar, andaban
huiendo. Como los viamos tan atemoriçados, sin osar parar en ninguna
parte, i que ni querian, ni podian sembrar, ni labrar la Tierra, antes
estaban determinados de dexarse morir, i que esto tenian por mejor, que
esperar ser tratados con tanta crueldad, como hasta alli, i mostraban
grandisimo placer con nosotros, aunque temimos, que llegados à los que
tenian la frontera con los Christianos, i Guerra con ellos, nos havian
de maltratar, i hacer que pagasemos, lo que los Christianos contra ellos
hacian. Mas como Dios Nuestro Señor fue servido de traernos hasta ellos,
comenençaronnos à temer, i acatar, como los pasados, i aun algo mas, de
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