manera no osaran comer de ella; i muchas veces traìamos con nosotros
tres, ò quatro mil personas. Y era tan grande nuestro trabajo, que à
cada vno haviamos de soplar, i santiguar lo que havian de comer, i
beber, i para otras muchas cosas que querian hacer, nos venian à pedir
licencia, de que se puede vèr, que tanta importunidad rescebiamos. Las
Mugeres nos traìan las Tunas, i Arañas, i Gusanos, i lo que podian
haver, porque aunque se muriesen de hambre, ninguna cosa havian de
comer, sin que nosotros la diesemos. E iendo con estos, pasamos vn gran
Rio, que venia del Norte: i pasados vnos Llanos de treinta leguas,
hallamos mucha Gente, que de lexos de alli venia à rescebirnos, i salian
al Camino por donde haviamos de ir, i nos rescibieron de la manera de
los pasados.
_CAP. XXX. De como se mudò la costumbre de rescebirnos._
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