de la Tierra, i dixo, que su Casa era allà debaxo. De estas cosas, que
ellos nos decian, nosotros nos reìamos mucho, burlando de ellas: i como
ellos vieron que no lo creìamos, truxeron muchos de aquellos, que decian
que èl havia tomado, i vimos las señales de las cuchilladas, que èl
havia dado en los lugares, en la manera que ellos contaban. Nosotros les
diximos, que aquel era vn malo; i de la mejor manera que podimos les
dabamos à entender, que si ellos creiesen en Dios Nuestro Señor, i
fuesen Christianos, como nosotros, no ternian miedo de aquel, ni èl
osaria venir à hacelles aquellas cosas; i que tuviesen por cierto, que
en tanto que nosotros en la Tierra estuviesemos, èl no osaria parescer
en ella. De esto se holgaron ellos mucho, i perdieron mucha parte del
temor que tenian. Estos Indios nos dixeron, que havian visto al
Asturiano, i à Figueroa con otros, que adelante en la Costa estaban, à
quien nosotros llamabamos de los Higos. Toda esta Gente no conoscian los
Tiempos por el Sol, ni la Luna, ni tienen cuenta del Mes, i Año, i mas
entienden, i saben las diferencias de los Tiempos, quando las Frutas
vienen à madurar, i en tiempo que muere el Pescado, i el aparescer de
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