--iAbrid al Juzgado de primera instancia![107-1]--grito por
10 ultimo una voz imperiosa, acompanada de fuertes golpes
dados a la puerta.
--iNo hay remedio!--dijo el Alcalde, yendo a abrir, mientras
que el forastero se encaminaba por la otra puerta en busca
del corral.
15 Pero el mayoral y el cabrero, advertidos de todo, le cerraron
el paso, y entre ellos y los soldados, que ya penetraban tambien
por aquella puerta, lo cogieron y ataron sin contratiempo
alguno, aunque aquel diablo de hombre desplego en la lucha
las fuerzas y la agilidad de un tigre.
20 El alguacil del Juzgado, a cuyas ordenes iban un escribano y
veinte soldados de infanteria, contaba entre tanto al despavorido
Alcalde las causas y fundamentos de aquella prision tan
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