05 encender un cigarro en el candil[59-2] de aquella solitaria
vivienda, descubrieron al pobre polaco, el cual, echado en un
rincon, proferia palabras de su idioma en el delirio de la
[calentura.]
--iPresentemoslo a nuestro jefe! (se dijeron los espanoles).
Este bribon sera fusilado manana, y nosotros alcanzaremos
10 un empleo.
Iwa, que asi se llamaba el polaco, segun luego me conto la
viejecita, llevaba[59-3] ya seis meses de tercianas, y estaba muy
debil, muy delgado, casi hetico.
La buena mujer lloro y suplico, protestando que el extranjero
15 no podia ponerse en camino sin caer muerto a la media
hora[59-4]....
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