Entonces se rompio la consigna: el pueblo invadio el portal
y pidio su bendicion al Pontifice.
(p54)
Este cogio una hoja verde de las que cubrian el azafate de
melocotones que seguia ofreciendole la anciana, y la llevo a sus
labios y la beso.
La multitud, por su parte, se apodero de los frutos como de
05 reliquias; todos abrazaron a la pobre mujer del pueblo; el
Papa, tremulo de emocion, atraveso por entre la muchedumbre,
nos bendijo otra vez al paso, y penetro en la silla de
posta; y los gendarmes, avergonzados de lo que acababa de
pasar, dieron la orden[54-1] de partir.
10 En cuanto a nosotros, durante todo aquel dia no fuimos en
Francia prisioneros de guerra, sino huespedes de paz.
Page annotations:
Add a page annotation: