ninguno huvo de nosotros, que no quedase herido, i Yo lo fui en la cara;
i si como se hallaron pocas Flechas, estuvieran mas proveėdos de ellas,
sin dubda nos hicieran mucho daņo. La vltima vez se pusieron en celada
los Capitanes Dorantes, i Peņalosa, i Tellez, con quince Hombres, i
dieron en ellos por las espaldas, i de tal manera les hicieron huir, que
nos dexaron. Otro dia de maņana Yo les rompė mas de treinta Canoas, que
nos aprovecharon para vn Norte que hacia, que por todo el dia huvimos de
estār alli con mucho frio, sin osar entrar en la Mar, por la mucha
Tormenta que en ella havia. Esto pasado, nos tornamos ā embarcar, i
navegamos tres dias: i como haviamos tomado poca Agua, i los Vasos que
teniamos para llevar asimismo eran mui pocos, tornamos ā caer en la
primera necesidad; i siguiendo nuestra via, entramos por vn Estero, i
estando en čl, vimos venir vna Canoa de Indios: como los llamamos,
vinieron ā nosotros; i el Governador, ā cuia Barca havian llegado,
pidiōles Agua, i ellos la ofrescieron, con que les diesen en que la
traxesen; i vn Christiano Griego, llamado Doroteo Teodoro (de quien
arriba se hiįo mencion) dixo, que queria ir con ellos: el Governador, i
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